Hasta llego a sentir que nací con una opción de piloto automático incorporada y que casi nunca se apaga.
Dicen que en esta etapa, la adolescencia, uno va formando su personalidad. fluyo a través de acciones que dudo si hago por voluntad propia o para no romper el patrón de comportamiento que corresponde a esta personalidad.
¿Quién dijo que es bueno tener personalidad? Yo no la quiero. Me apresa, me inhibe, me prohibe, no me está dejando vivir. No soy yo la que escribe, por lo menos no la que luego lo va a leer, soy la otra. Vivo en la sombra de una persona que no me pertenece, un cuerpo, una cara, una sonrisa.
Cómo disfrutaba de su soledad. Y es que solamente así sentía que dejaba de actuar por lo menos un poco, que las luces del gran escenario donde ella se encontraba viviendo se apagaban un poco. Sobre el escenario es imposible ver las caras abajo, arriba uno es apuntado con esas luces fuertísimas que atacan la mirada haciéndonos cerrar los párpados. En cambio, cuando las luces bajan su intensidad, se pueden ver las caras de los otros, que no nos ven. Esa sensación amaba Julia.
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